Energía cíclica: La sabiduría de pausar para florecer (invierno interior)
- Laia Sastre

- 15 oct
- 3 Min. de lectura
Esta semana llego hasta aquí inspirada por la sabiduría de mi cuerpo y el estadio energético en el que me encuentro: mi invierno interior.
Como ya mencioné en el artículo sobre el poder de nuestra energía cíclica, así como el año tiene sus estaciones, también las tiene nuestro ciclo energético. Al reconocer y trabajar con estas estaciones internas, podemos optimizar nuestras tareas, objetivos y enfoque —tanto profesional como personal— para lograr más eficiencia y, sobre todo, bienestar. Si trabajamos con la energía que tenemos en cada momento, podremos mantenerla en niveles saludables, lo que repercute directamente en nuestro equilibrio a todos los niveles: mente, alma y cuerpo.

Esta semana he entrado en mi invierno interior, que corresponde a la fase menstrual del ciclo femenino, la cual representa la sabiduría del descanso y la introspección.
Nuestro invierno interno es el momento en el que el cuerpo y la energía nos invitan a pausar, soltar y recargar. Así como la tierra necesita descansar después de dar fruto, o algunos animales hibernan para conservar energía durante los meses fríos, el cuerpo también necesita espacio para descansar y renovarse.
Sin embargo, la cultura enlaque vivimos potencia la acción constante, y nos encontramos muchas veces ignorando o luchando contra esta etapa, tratando de mantener el mismo ritmo de vida y nivel de productividad que en otras fases de nuestro ciclo en las que tenemos más energía.
Por ello, hoy os quiero contar un poco más sobre esta etapa en la que la energía desciende a su mínimo y se va hacia adentro. Y en la que necesitamos más espacios de descanso e introspección.
¿Qué sucede durante nuestro invierno interior?
Durante la menstruación, los niveles de estrógeno y progesterona caen, lo que produce una reducción natural de la energía física. Este descenso hormonal también nos ofrece algo maravilloso: una mayor conexión con nuestro mundo interior. Las emociones afloran con más claridad, la intuición se agudiza, y el cuerpo pide silencio, calma y cuidado. Naturalmente, nos vamos hacia adentro y sentimos menos ganas de acción.
Si aprendemos a escucharla, esta fase nos abre las puertas a grandes oportunidades. Veamos cómo puede sostenernos en diferentes áreas de nuestra vida:
A nivel personal
El invierno interior es el mejor momento para bajar el ritmo y pausar: dejar de hacer tanto y conectarnos más hacia adentro. Puedes usar estos días para nutrirte, reflexionar y reconectar contigo misma.
Algunas prácticas que ayudan:
Descansar (sin culpa)
Reducir compromisos y buscar espacios de silencio
Escribir o meditar, observando nuestros pensamientos y cómo nos sentimos
Alimentación cálida, descanso profundo y movimiento suave
Practicar la compasión hacia nosotras mismas: no necesitamos rendir igual todos los días
En mi caso, comparto toda esta información con mi marido y le pido que me dé más espacios de descanso. También “me tomo libre” de ejercicio físico el primer (o los dos primeros) días del ciclo.
Energía cíclica en el trabajo
En el ámbito laboral, puede ser muy útil ajustar expectativas y ritmos durante estos días. ¡Y te lo dice alguien a quien le cuesta parar enormemente!
En vez de empezar proyectos nuevos, es un momento ideal para priorizar tareas de revisión, planificación o cierre de proyectos. También, evitar (si se puede) las reuniones exigentes o las decisiones importantes.
Si trabajamos por nuestra cuenta, es un buen momento para organiza nuetsro calendario de modo que esta fase coincida con un momento más introspectivo o creativo.
En mi caso, en este momento reduzco todo lo que puedo las reuniones de trabajo, y no organizo eventos importantes ni asisto a sesiones o eventos de networking. También intento evitar llamadas de ventas importantes en la medida de lo posible.
¿Se integran los ciclos en el liderazgo y las empresas?
Poco a poco, cada vez más organizaciones empiezan a comprender que la productividad no es lineal. Así como los equipos atraviesan diferentes fases en sus proyectos, los seres humanos también. Sin embargo, todavía no me he cruzado (en mi pequeño círculo laboral) con personas —ya sean empresarias o profesionales— que hablen de estos temas en sus lugares de trabajo.
Desde mi punto de vista, integrar esta conciencia cíclica en el entorno laboral no solo promueve el bienestar, sino que fomenta una cultura más humana, empática y sostenible.
¿Cómo sería integrar un liderazgo consciente que honre la sabiduría del ritmo —tanto el femenino como el masculino?
En conclusión…
Nuestro invierno es un momento de reajuste y regeneración. De pausa y conexión. De introspección y amabilidad hacia nosotras mismas.
Honrarlo es una forma de autocuidado potente. Es una manera de entender que el descanso también es productivo, porque nos prepara para la siguiente fase.
Cuando respetamos esta etapa, nos preparamos para florecer con más fuerza en la siguiente fase: nuestra primavera interior o fase folicular.
Gracias por leer 💜
Laia





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